Las características clave del diálogo activo incluyen:
* escucha activa: Los participantes escuchan realmente comprender la perspectiva del otro, en lugar de solo esperar a que su turno hable. Esto implica prestar atención a las señales verbales y no verbales.
* Respeto mutuo: Todos los participantes son tratados con respeto y dignidad, incluso si tienen opiniones diferentes.
* Apertura a diversas perspectivas: Los participantes están abiertos a considerar diferentes puntos de vista y desafiar sus propios supuestos.
* Solución de problemas colaborativos: El enfoque está en trabajar juntos para encontrar soluciones o alcanzar el consenso.
* Comentarios constructivos: La retroalimentación se ofrece de manera solidaria y útil, centrándose en las ideas en lugar de atacar a la persona.
* Responsabilidad compartida: Todos los participantes comparten la responsabilidad del éxito del diálogo.
* Centrarse en la comprensión: El objetivo principal es comprender la perspectiva de la otra persona, incluso si no se alcanza el acuerdo.
El diálogo activo contrasta con estilos de comunicación pasivos o agresivos. Evita interrumpir, dominar la conversación o descartar los puntos de vista de los demás. En cambio, fomenta un entorno seguro e inclusivo donde todos se sienten cómodos expresándose y participando por completo. A menudo se usa en la resolución de conflictos, la toma de decisiones grupales y los entornos terapéuticos.