* Longitud de la contraseña: Las contraseñas más largas son exponencialmente más difíciles de descifrar. Agregar solo unos pocos caracteres aumenta significativamente el tiempo requerido.
* Complejidad de contraseña: Una contraseña con una combinación de letras, números y símbolos en minúsculas y minúsculas es mucho más resistente que una simple secuencia de letras minúsculas.
* Tipo de ataque: Los diferentes métodos de agrietamiento tienen velocidades muy diferentes. Los ataques de fuerza bruta (que intentan todas las combinaciones posibles) son más lentos que los ataques de diccionario (tratando de palabras y frases comunes) o ataques de mesa del arco iris (tablas de hashes precomputadas).
* Algoritmo de hash: El algoritmo utilizado para proteger la contraseña (por ejemplo, SHA-256, BCrypt) afecta significativamente la velocidad de agrietamiento. Algunos algoritmos están diseñados para ser computacionalmente costosos, desacelerando los ataques de fuerza bruta.
* Especificaciones de supercomputadora: La velocidad y el número de procesadores, la memoria y la tecnología de interconexión de la supercomputadora afectan directamente sus capacidades de agrietamiento. Una supercomputadora más potente será naturalmente más rápido.
* Salting and Pepper: Estas técnicas agregan datos aleatorios a la contraseña antes del hash, lo que hace que las tablas precomputadas sean ineficaces y ralentizan significativamente los ataques.
Si bien una supercomputadora puede descifrar las contraseñas más simples increíblemente rápidas (potencialmente millones o miles de millones por segundo), una contraseña suficientemente larga y compleja, especialmente cuando se combina con hashing y sales fuertes, puede soportar incluso las supercomputadoras más poderosas para una cantidad de tiempo prácticamente infinita. El costo de usar una supercomputadora para dicha tarea también se vuelve prohibitivo muy rápidamente.
En resumen, no se trata de * qué tan rápido * una supercomputadora puede descifrar una contraseña, sino * cuánto tiempo * tomaría, lo que puede variar desde milisegundos para contraseñas débiles a siglos para las fuertes.