1. Propagación: Esta es la fase inicial donde se propaga el malware. Para los gusanos, esto a menudo implica explotar vulnerabilidades en los sistemas para replicar e infectar automáticamente otras computadoras en una red. Los virus requieren la interacción del usuario, típicamente mediante la apertura de archivos adjuntos infectados o la ejecución de programas infectados, para propagarse. El objetivo es lograr una distribución generalizada.
2. Infección: Una vez que el malware alcanza un sistema objetivo, comienza el proceso de infección. Esto implica establecerse en el sistema, a menudo escribiendo su código para el disco duro, la memoria o el sector de arranque. Esto asegura su presencia y le permite realizar sus acciones maliciosas.
3. Ejecución: Después de la infección, el malware ejecuta su carga útil. Esta carga útil puede variar desde acciones relativamente benignas como mostrar ventanas emergentes molestas, hasta actividades mucho más dañinas como robar datos, cifrar archivos (ransomware), destruir datos o crear puertas traseras para más ataques.
4. Ocultación/persistencia: Muchos gusanos y virus intentan ocultar su presencia para evadir la detección por parte de los administradores de software antivirus o sistemas. Pueden modificar archivos del sistema, eliminar registros o ejecutarse en modo sigiloso. También apuntan a la persistencia, lo que significa que intentan sobrevivir a los reinicios del sistema o las actualizaciones de software para continuar su actividad maliciosa.
5. Entrega/daño de carga útil: Esta es la culminación del ataque donde el malware ofrece su efecto dañino real. Esta fase está directamente relacionada con el objetivo del malware:robo de datos, interrupción del sistema, negación de servicio, etc. Aquí también es donde el daño se hace evidente para la víctima.
Es importante tener en cuenta que estas fases no siempre son estrictamente secuenciales. Puede ocurrir cierta superposición, y el énfasis en cada fase puede diferir dependiendo del tipo específico de malware.