1. Funcionalidad: ¿El software hace lo que se supone que debe hacer? Esto implica examinar sus características, rendimiento en diferentes condiciones (carga, volumen de datos, etc.), precisión de los resultados y la medida en que cumple con los requisitos especificados. Un paquete de software funcional es confiable, eficiente y satisface las necesidades del usuario.
2. Usabilidad: ¿Qué tan fácil es el software de usar? Esto abarca aspectos como la interfaz de usuario (diseño intuitivo, navegación clara, documentación útil), facilidad de aprendizaje, manejo de errores (mensajes de error de claro, opciones de recuperación) y experiencia general del usuario. Un paquete de software utilizable es accesible, eficiente y agradable para interactuar.