Si bien ha habido un progreso significativo en las interfaces de computadoras cerebrales (BCI), estos se centran principalmente en:
* Estimulación cerebral: Uso de electricidad o campos magnéticos para estimular regiones cerebrales específicas, aliviando los síntomas de los trastornos neurológicos como la enfermedad de Parkinson. Esto no implica transferir datos en el sentido de descarga de información.
* Grabación de cerebro: Medición de la actividad cerebral para controlar los dispositivos externos (por ejemplo, extremidades protésicas) o para decodificar intenciones simples. Esto permite * salida * del cerebro, pero no * entrada * de datos complejos.
* Delivería de medicamentos dirigidos: La entrega de medicamentos terapéuticos a regiones cerebrales específicas, nuevamente centradas en el tratamiento, no en la transferencia de datos.
Los desafíos para transferir datos son inmensos:
* Incompatibilidad del formato de datos: La forma en que las computadoras almacenan y procesan la información es muy diferente de cómo el cerebro codifica y almacena recuerdos y conocimientos. No entendemos completamente los mecanismos de codificación del cerebro.
* Complejidad del cerebro: El cerebro es increíblemente complejo, con billones de conexiones y vías neuronales intrincadas. Dirigir y manipular áreas específicas sin causar daño es extremadamente desafiante.
* Consideraciones éticas: El potencial de uso indebido de dicha tecnología es significativo, planteando serias preguntas éticas sobre identidad, autonomía e integridad mental.
En resumen, mientras que el campo de la neurotecnología avanza rápidamente, transferir datos de una computadora a un cerebro humano de manera significativa sigue firmemente en el ámbito de la ciencia ficción. La investigación actual se centra en objetivos más alcanzables como mejorar la función del cerebro y la comunicación, no replicar el concepto ficticio de "carga de la mente".