* Preferencias personales del individuo (dentro de la razón): No debe adaptar toda su presentación a las preferencias estéticas específicas de un miembro de la audiencia. Si bien considerar las preferencias generales para el estilo visual (por ejemplo, minimalista frente a ocupado) es útil, atender las peculiaridades individuales (por ejemplo, un disgusto por el color azul) es poco práctico y le resta valor al mensaje general.
* Demografía irrelevante: Si bien la edad, la ocupación y los antecedentes educativos pueden influir en su * lenguaje * y el * nivel de detalle * en su contenido, no deberían dictar las opciones de diseño fundamentales (fuente, esquema de color, diseño). Por ejemplo, usar una fuente infantil solo porque su audiencia es más joven generalmente es una mala idea.
* Opciones de ropa específicas: Lo que lleva su audiencia es completamente irrelevante para su diseño de presentación.
* El estado de ánimo de la audiencia a la llegada: Si bien es bueno ser consciente de la atmósfera general, tratar de ajustar específicamente su diseño en función de un estado de ánimo percibido antes de comenzar a hablar es innecesario y difícil. Su contenido de presentación y entrega deben ser su método principal para influir en el estado de ánimo.
* Opiniones de la audiencia * antes * La presentación (sobre temas no relacionados): Sus sesgos preexistentes en sujetos no relacionados con el tema de la presentación no deberían dictar cómo presenta información. El diseño debe ser consistente y profesional, independientemente.
Es importante diferenciar entre factores que informan *contenido *y aquellos que informan *diseño *. Los factores de la audiencia influyen en gran medida en el contenido (lo que dice), pero el diseño (cómo lo presenta visualmente) debe apuntar a claridad, consistencia y atractivo profesional, adaptándose solo a características amplias de la audiencia, no caprichos individuales o detalles irrelevantes.