Lo que podría percibirse como "mantenimiento" del lado del atacante incluye:
* vida útil y rentabilidad: Mantener el malware asegura que continúe funcionando de manera efectiva, evitando la detección y permitiendo la explotación continua de las víctimas. Esto se traduce en períodos más largos de robo de datos, ganancia financiera a través del ransomware o el control sobre los sistemas comprometidos.
* Evasión de la detección: Las actualizaciones y modificaciones al malware apuntan a evitar el software de seguridad y los mecanismos de detección. Esto extiende el período antes de identificar y eliminar el malware.
* Funcionalidad mejorada: Las actualizaciones pueden incluir características como técnicas mejoradas de exfiltración de datos, cifrado mejorado para ransomware o la capacidad de extenderse de manera más eficiente.
* Control y comando: El mantenimiento permite a los atacantes controlar de forma remota los sistemas infectados, lo que les permite adaptar sus ataques o desplegar más actividades maliciosas según sea necesario.
* Persistencia: Las actualizaciones regulares aseguran que el malware permanezca activo y operativo, incluso cuando se lanzan parches de seguridad para las vulnerabilidades que explota.
Es crucial enfatizar que todas estas son ventajas solo desde la perspectiva del actor malicioso. Desde la perspectiva de la víctima y la sociedad, el mantenimiento de malware solo conduce a un mayor daño, incluidas pérdidas financieras, violaciones de datos, robo de identidad, interrupción del sistema y daños físicos potenciales. No hay beneficios legítimos.