1. Calidad de línea: 56k módems se basaron en las líneas telefónicas existentes. Estas líneas no fueron diseñadas para la transmisión de datos de alta velocidad y sufrieron ruido, atenuación (debilitamiento de señal a lo largo de la distancia) y otras impedimentos. Cualquier degradación en la calidad de la línea afectó directamente la velocidad de conexión alcanzable, a menudo resultando en velocidades significativamente más lentas que 56 kbps. Factores como largas colas, cableado anterior e interferencia de otros dispositivos eléctricos contribuyeron a esto.
2. Compatibilidad del módem: Incluso si la línea era prístina, dos módems necesitaban negociar una velocidad de conexión que ambos apoyaron. Si un módem fuera más antiguo o de una marca diferente, se eligiría una velocidad de denominador común más baja, a menudo muy por debajo de 56 kbps. Esta fue una limitación importante porque la estandarización no fue perfecta en todos los fabricantes.
3. Compresión de datos: Si bien la compresión de datos se utilizó para mejorar el rendimiento efectivo, no siempre fue perfectamente eficiente y a menudo introdujo una sobrecarga. La velocidad de transferencia de datos real después de la compresión y la descompresión podría ser significativamente menor que la velocidad de conexión sin procesar. Esto fue especialmente notable con líneas ruidosas donde se necesitaba más corrección de errores, reduciendo aún más la velocidad efectiva.