El desafío radica en las limitaciones inherentes de convertir la energía eléctrica en la luz, transmitirla a través de la fibra y luego convertirla nuevamente en electricidad con suficiente eficiencia. Las pérdidas en cada etapa, particularmente la conversión hacia y desde la luz, son significativas. Las tecnologías actuales son demasiado ineficientes para hacer de esta una alternativa viable a las líneas eléctricas tradicionales para la transmisión de electricidad a gran escala.
Si bien la investigación continúa para mejorar la eficiencia de estos procesos de conversión, y existen algunas aplicaciones de nicho (por ejemplo, que alimentan sensores remotos), el uso generalizado de la fibra óptica para la transmisión de energía a gran escala sigue siendo una perspectiva distante.