* Heat: Las CPU generan calor significativo durante la operación. Si bien no es una toxina en el sentido tradicional, el calor excesivo puede dañar la CPU en sí, lo que lleva a un mal funcionamiento y potencialmente acortando su vida útil. Este calor debe disiparse de manera efectiva a través de soluciones de enfriamiento.
* Radiación electromagnética (EMR): Las CPU emiten bajos niveles de radiación electromagnética como subproducto de su operación eléctrica. Si bien generalmente se considera seguro en los niveles emitidos por las CPU, la exposición prolongada a altos niveles de EMR puede ser dañino. Las CPU modernas y su blindaje minimizan este riesgo.
* Materiales utilizados en la fabricación: El proceso de fabricación de las CPU involucra varios materiales, algunos de los cuales podrían considerarse tóxicos si se manejan o eliminan de manera incorrecta. Estos incluyen cosas como los metales pesados (aunque la fabricación moderna está funcionando para reducir su uso) y varios productos químicos utilizados en el grabado y otros procesos. El riesgo aquí no es de que la CPU misma opere, sino de su creación y eventual disposición. El reciclaje adecuado es crucial.
Por lo tanto, si bien una CPU no produce * toxinas * durante su operación, está asociado con subproductos que pueden ser dañinos si no se manejan correctamente. La principal preocupación es el calor, mientras que los materiales utilizados en la fabricación representan un riesgo durante la producción y eliminación.