1. Velocidad del reloj: Este es el factor más directo. Se refiere al número de ciclos que la CPU completa por segundo. Una mayor velocidad de reloj significa que la CPU puede procesar las instrucciones más rápido, lo que resulta en una frecuencia más alta. Por lo general, se mide en Hertz (Hz), con frecuencias más altas que a menudo se expresan en Gigahertz (GHz).
2. Velocidad del bus: El bus es el camino a través del cual viaja los datos entre la CPU y otros componentes como la RAM y la placa base. La velocidad del bus, medida en Megahertz (MHz), determina la velocidad a la que se pueden transferir los datos. Si la velocidad del bus es más lenta que la velocidad del reloj, puede cuello de botella la CPU, lo que limita su frecuencia general.
Si bien estos son los dos factores principales, otras variables también pueden influir en la frecuencia de la CPU. Por ejemplo:
* Multiplicador: Este es un factor que multiplica la velocidad del reloj base para alcanzar la frecuencia final de la CPU. Se puede ajustar en algunas CPU, permitiendo overclocking.
* Consumo de energía: Las CPU están diseñadas para operar dentro de ciertos límites de potencia. Las frecuencias más altas generalmente requieren más potencia. Por lo tanto, los límites de potencia pueden afectar la frecuencia máxima alcanzable.
* Temperatura: El calor excesivo puede acelerar la CPU, reduciendo su frecuencia para evitar daños.
Por lo tanto, si bien la velocidad del reloj y la velocidad del bus son los factores más cruciales, otras variables también pueden contribuir a la frecuencia final de una CPU.