Cuando se añaden impurezas al silicio, se convierte en un semiconductor de tipo n (con electrones adicionales) o en un semiconductor de tipo p (con electrones faltantes). Combinando silicio tipo n y tipo p en configuraciones específicas, se pueden crear transistores. Los transistores se pueden utilizar para conmutar y amplificar señales eléctricas, lo cual es esencial para realizar cálculos y almacenar datos.
El control preciso sobre las propiedades eléctricas del silicio ha permitido la creación de transistores increíblemente pequeños y eficientes, lo que ha llevado al desarrollo de circuitos informáticos miniaturizados y a la revolución tecnológica de la que hemos sido testigos en las últimas décadas.