Aquí hay algunas consecuencias posibles:
* Conflictos y problemas de enrutamiento: Los niveles de seguridad a menudo juegan un papel en las decisiones de enrutamiento y las listas de control de acceso (ACL). Tener niveles idénticos puede crear ambigüedad para el dispositivo, lo que lleva a bucles de enrutamiento, paquetes caídos o rutas de enrutamiento inesperadas. Es posible que el dispositivo no pueda determinar qué interfaz usar para un paquete dado si ambos tienen la misma prioridad.
* brechas de seguridad: Si bien aparentemente aumenta la seguridad al asignar un alto nivel a múltiples interfaces, en realidad puede crear vulnerabilidades. Si un atacante compromete una interfaz con ese nivel de seguridad, podría obtener acceso no autorizado a todo el segmento de red asociado con el nivel de seguridad duplicado. La redundancia no proporciona la defensa en profundidad esperada.
* Reenvío de paquetes no intencionado: El dispositivo puede reenviar inesperadamente los paquetes entre las dos interfaces con el mismo nivel de seguridad, evitando las medidas de seguridad previstas. Esto podría permitir el flujo de tráfico no autorizado.
* Errores de configuración e inestabilidad: Las herramientas de gestión de redes pueden informar errores o advertencias. La configuración en sí podría ser inestable, lo que puede causar reinicios u otros mal funcionamiento.
* Sin efecto notable: En algunos casos raros, dependiendo de la implementación específica, el dispositivo podría elegir una interfaz arbitrariamente, ignorando al otro. Sin embargo, esto no es confiable y no debe contarse.
En resumen: Es crucial usar niveles de seguridad * únicos * para cada interfaz para garantizar la operación y seguridad de la red adecuadas. La mejor práctica es planificar y asignar cuidadosamente los niveles de seguridad en función de los requisitos de seguridad específicos de cada segmento de red.